El escritor Manuel Pimentel, quien fuera Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, ha presentado en la mañana de este vierenes su libro «La venganza del campo» en una cita organizada por la Asociación de la Pequeña y Mediana Empresa de Ronda, APYMER.
Así, el acto que ha consistido en la celebración de un desayuno empresarial con numerosos empresarios rondeños y serranos, ha contado también con la representación de la alcaldesa, Maripaz Fernández, y un amplio número de concejales del gobierno municipal.
Además, los asistentes han tenido la oportunidad de poder realizar preguntas al exministro. De esta manera, a raíz de una de estas cuestiones, Pimentel mostró su opinión sobre las plantas fotovoltaicas asegurando que no las pueden denominar como verdes.
SINOPSIS
El campo se vengará, al modo bíblico, con escasez y brutal encarecimiento de los alimentos, de la sociedad que lleva décadas despreciándolo. La venganza del campo ya está aquí. Los precios de los alimentos suben con fuerza y las olvidadas crisis alimentarias amenazan con reaparecer. ¿Por qué? ¿Por qué ayer sobraban alimentos y hoy parecen faltar?
El desprecio al campo y los desajustes de la desglobalización son las razones principales. Sin embargo, los responsables públicos culpan, injusta y demagógicamente, a distribuidores y agricultores, tratando de justificar sus propios yerros y desvaríos.
¿Cómo se ha podido llegar a esta triste, injusta y suicida situación? ¿Cómo ha sido posible que la sociedad desprecie a los que les dan de comer? ¿Por qué los agricultores, los ganaderos y los pescadores hemos pasado de héroes a villanos?
¿Por qué la sociedad actual no solo no nos valora, sino que, al contrario, nos considera enemigos del medio ambiente, parásitos de la PAC, «señoritos» de otros tiempos, maltratadores de animales? ¿Por qué, si los precios suben, se siguen abandonando nuestros campos?
Este breve ensayo trata de comprender los porqués y los cómos de esta situación paradójica y contradictoria. Castigamos a las gentes del campo mientras les exigimos alimentos abundantes, sanos y a precio de saldo. Queremos comida buena, bonita y barata, pero sin agricultura ni agricultores; carne sin ganadería ni ganaderos; pescado sin pesca ni pescadores.
Protestamos por el encarecimiento de los alimentos al tiempo que prohibimos los trasvases, perseguimos a las granjas o cuestionamos los regadíos y los abonados, entre otras muchas limitaciones o interdicciones. Y, claro, eso no funciona.
A lo largo de estos años, los agricultores agonizan sin que a la sociedad que alimentan parezca importarle lo más mínimo. Los agricultores, ganaderos y pescadores no son parte de problema, son parte de la solución.
Desean trabajar en paz, con dignidad, de manera sostenible y rentable, para cumplir con su misión trascendente de proveernos de alimento. No trabajan solo por el pan de sus hijos; lo hacen, sobre todo, por el pan de los hijos de todos los demás.